Ausentismo laboral: la otra pandemia en educación

Por Lidia Julio Torres, directora regional (Antofagasta) de servicio público de la Junta Nacional de Jardines Infantiles (JUNJI)

El cese de la actividad presencial en los establecimientos educacionales, cuando la pandemia azotaba sin dar tregua, y nos obligaba a confinarnos, trajo una serie de efectos colaterales. Es sabido, conforme a estudios sobre la materia las graves consecuencias en el crecimiento y desarrollo del ser humano, al estar privado de una estimulación temprana, pertinente y asertiva, además en algunos casos expuestos a situaciones de vulnerabilidad y fragilidad emocional en sus familias y entornos inmediatos.  Es así, siendo conscientes de esto último, y enfrentados a este panorama inédito de pandemia, fueron muchas las personas dedicadas a educar que no escatimaron los esfuerzos por dar continuidad a los procesos formativos de sus estudiantes, más allá de las limitaciones o brechas.

Posteriormente, así como la ciencia avanzó en la creación de vacunas que permitiesen blindarnos sanitariamente de algún modo, como también fue considerada la inversión de recursos para preparar los establecimientos educacionales conforme a protocolos sanitarios y exigencias normativas, estrategias que sin duda colaboraron para retornar paulatinamente a las aulas.

Hoy, nos vemos como nunca antes, enfrentados a la “otra pandemia”, un exponencial crecimiento del ausentismo laboral que no hace otra cosa más que impactar negativamente en la continuidad del vínculo entre educador y estudiante, en las confianzas de las familias, pues son quienes requieren establecer relaciones estables con quien tiene la responsabilidad de educar a sus hijos,  como también afecta en un porcentaje no menor, el clima organizacional de las comunidades educativas debido a la sobrecarga que deben asumir otros por la ausencia de un miembro del equipo.  

Algunas de las razones más aludidas del por qué los colaboradores se ausentan,  encontramos  estrés, depresión, ansiedad por diversas variables, algunas de carácter individual, pero otras claramente están bajo la responsabilidad del empleador o del entorno más inmediato en el que se desempeña la persona afectada y que en nuestra cultura ha sido frecuente la tendencia de actuar con desconfianza frente a este tipo de diagnósticos, sin darnos el tiempo para conocer la causas ni de cómo podemos de alguna forma hacernos responsables de esta situación y de contribuir para la mejora.

Frente a este adverso y actual escenario, podríamos estar preguntándonos infinitamente: ¿qué hicimos mal? ¿Qué dejamos de atender? ¿Qué lugar ocupa para la organización la salud mental de las y los trabajadores? Y, que si bien no es mi pretensión obviarlo pues eso nos invita a contemplar de las respuestas obtenidas un diagnóstico, es extremadamente urgente ocuparnos de esta “otra pandemia”, la que requiere inyección de recursos económicos con el propósito de incrementar un programa de intervención de salud mental atendido por profesionales expertos que contribuyan permanentemente a la Promoción, Prevención y Recuperación de ambientes laborales donde se adhieran personas y equipos comprometidos en la construcción e implementación de prácticas laborales bien tratantes. 

El ausentismo laboral que afecta al sector de educación requiere de una atención responsable, que motive un cambio en la forma de acercarse y ocuparse de este fenómeno. De lo contrario se hace inviable que veamos una mejora en este indicador que involucra a adultos responsables en propiciar vínculos de apego y relación permanente, espacios acogedores, inclusivos y protectores de derecho, lo que en su conjunto hacen posible, la real materialización de la calidad en educación.

Educa FME en tu móvil

Instalar
×
Social media & sharing icons powered by UltimatelySocial
Facebook
Twitter
Instagram