Educar para la Diversidad


Por Valentina Díaz, Encargada de Jardín, Mi Banderita Chilena de Antofagasta
Nuestro país ya no es el mismo, la diversidad ha llegado para quedarse. El Informe del INE y del DEM señala, además, que el número de personas extranjeras creció en todas las regiones en los últimos años, identificando nuestra región Antofagasta (7%) como una de las 3 principales receptoras de emigrantes. Con esto, llega el desafío para las entidades educativas y para aquellos educadores que están al servicio de hacer lo que entendemos como educación de calidad. No obstante, la transición que vivimos como país y región, asociada a la pandemia, ha dejado secuelas.
Han pensado que estamos transitando a un lugar determinado socialmente que nos podría permitir hacer un alto, observarnos en nuestro hacer como sociedad que educa y resignificar nuestra marcha individual y colectiva hacia la jornada que queremos gestionar para nuestros niños y niñas. Como sociedad tenemos un observador colectivo y un observador individual y hemos vivido nuestros días como si los demás viesen, de la misma manera, lo que vemos socialmente. Homogeneizamos nuestras miradas y tomamos decisiones fundamentales con el mismo nivel de conciencia con el cual creamos las problemáticas asociadas a la calidad en la educación.
Como entidades públicas, contamos con un sin número de protocolos y literatura que direcciona nuestra acción, sin embargo, en este punto, es inevitable preguntarse ¿todo este acerbo curricular está a la altura del desafío que significa educar para la diversidad que es hoy nuestra sociedad? Generamos espacios de aprendizajes para nuestros educadores, ofrecemos oportunidades de crecimiento intelectual; aun así, estas instancias están fundadas en acciones que buscan fortalecer las capacidades ya existentes desde el paradigma del Chile que éramos y no desde el que hoy somos. Todo este porcentaje de seres humanos que hoy nos escogen como futuro, viene acompañado de niños, niñas, adolescentes que traen una riqueza cultural y social, y que, además, cargan con derivas culturales propias de sus países de origen. He aquí el desafío.
Albert Einstein dijo que “los problemas creados con un nivel de pensamiento no podrán ser resueltos con ese mismo nivel de pensamiento”. Lo anterior, enfocado en la educación a nivel colectivo e individual se refleja en las innumerables acciones que nuestras instituciones generan para optimizar la calidad de la educación que ofrecemos, donde nos enfrascamos en pensamientos tales como “vamos a cambiar nuestras acciones, vamos a hacer las cosas distintas” y de hecho las hacemos. Nos esforzamos más, trabajamos más horas, buscamos nuevas alternativas, ¿y saben? El observador -en este caso el colectivo educacional- que no está contento con sus resultados y cambia sus acciones, continúa produciendo resultados del mismo tipo. Y con esto nos referimos a abordar la diversidad en la educación con teorías que fueron creadas con un nivel de conciencia que ya no es parte de nuestra deriva social.
No existe la fórmula mágica para ofrecer hoy una real educación de calidad a nuestros niños, niñas y adolescentes, que son ricos y nutritivos en nutridos de diversidad. No obstante, existe la posibilidad de preguntarnos en nuestro quehacer docente “el para qué” como una herramienta que nos abre puertas hacia nuestro rol educativo. Ampliar el observador que estamos siendo como educadores, incorporando aprendizajes, conectando preguntas como: ¿para qué implemento lineamientos que están descontextualizados de la realidad de mis educandos?
Podemos y estamos convocados a transitar en este momento, conectar con nuestra suficiencia y escucharnos desde lo que sabemos, como docentes. Se hace necesario abordar según sea nuestro contexto. Seguiremos, inevitablemente en este cambio de sociedad, sin embargo, podemos elegir, con todo el compromiso que traemos en el ejercicio de nuestra profesión, cortar y resignificar el repetir patrones que ya no son propios a nuestros contextos educativos.
Aquellos que nos dedicamos a educar, tenemos hoy la posibilidad de gestionar el cambio desde dentro, ser esa célula consciente que contagia a otras células y va construyendo una realidad que les permita a nuestros educandos, en su singularidad y diversidad, obtener herramientas, habilidades y responsabilidad social para ser actores con integridad el día de mañana.