¿Qué es el “pensamiento visible” y cómo se puede aplicar en el aula?


En los últimos años se habla cada vez más de enseñar a pensar, aprendizaje basado en el pensamiento (ABP), aprendizaje basado en la comprensión (ABC). ¿Por qué tanta insistencia en este asunto? ¿No es lo que ya hacíamos en la escuela: pensar y enseñar a pensar y a comprender?
La transformación que actualmente está viviendo el sistema educativo necesita unos docentes que sean capaces de desarrollar en las aulas competencias de aprendizaje permanente. Esas competencias son las que permitirán a su alumnado adaptarse a las exigencias del siglo XXI.
¿Están preparados los docentes del siglo XXI para adoptar nuevos enfoques en las diferentes etapas educativas? ¿Qué significado tienen estos cambios para los estudiantes?
Aprendizaje y pensamiento profundo
El aprendizaje es significativo cuando es el resultado de un pensamiento profundo. Por este motivo, hemos de tener presente la cultura del pensamiento en las aulas. El trabajo sistemático del pensamiento se incorpora al proceso de enseñanza y aprendizaje a través de sus ocho fuerzas culturales, también denominadas rutinas del pensamiento, que veremos más adelante. Son ocho rutinas que predisponen a la mente para el aprendizaje y que crean en el aula el pensamiento “visible”.
El pensamiento visible trata de la representación observable que apoya el desarrollo del pensamiento y sus movimientos para generar, clasificar o profundizar en las ideas, preguntas, razones o reflexiones de un individuo o grupo.
El pensamiento profundo se centra en la comprensión y en cómo se puede aplicar y fijar un aprendizaje para siempre. Ambas formas de pensamiento se complementan y son muy necesarias en el aprendizaje global de los estudiantes.
El objetivo del pensamiento visible es lograr integrar el desarrollo del pensamiento de los estudiantes con el aprendizaje de los diferentes contenidos curriculares, en cualquier etapa educativa, desde la educación básica hasta la educación superior.
Enseñar a pensar
Un requisito para enseñar a pensar es que el docente sea consciente de los procesos de pensamiento que demanda o promueve en su aula. Es lo que denominamos capacidad metacognitiva: nos referimos al conocimiento, concienciación, control y naturaleza de los procesos de aprendizaje que puede ser desarrollado mediante experiencias de aprendizaje enfocadas a conseguir una serie de objetivos.
Los docentes más metacognitivos favorecerán un alumnado más metacognitivo. La capacidad metacognitiva es una competencia docente clave para instaurar el Aprendizaje Basado en el Pensamiento (ABP) en las aulas. Para que los docentes puedan llevar a la práctica la creación de una cultura del pensamiento, es vital que desarrollen la capacidad de cuestionarse su propio pensamiento. Por tanto, necesitamos una adecuada formación de los docentes y futuros docentes en este tema.
Pensar es un proceso cognitivo general que incluye movimientos del pensamiento más específicos como, por ejemplo, tener diferentes puntos de vista, preguntas biunívocas entre alumno y profesor, conexiones entre contenidos entre las partes implicadas, etc.
Fuente: Redem.org